Argentina y el complicado equilibrio entre Beijing y Washington

El nuevo gobierno argentino de Alberto Fernández enfrenta varios desafíos, con la prioridad en la estabilización de la economía nacional. Ligado a la administración de las finanzas internacionales será fundamental su manejo de la política exterior sin provocar la ira de Donald Trump, y al mismo tiempo retomando las relaciones con China, país que ya se ha convertido en su principal socio comercial, desplazando a la vecina Brasil.

Tal como lo señaló el diario La Nación, la Casa Rosada tendrá que calmar los resquemores de Estados Unidos ante el relanzamiento de las inversiones de China:

“…La Argentina dará luz verde al avance de los megaproyectos chinos de infraestructura en el país cuya ejecución o finalización están pendientes desde los gobiernos de Cristina Kirchner, como la construcción de una central nuclear con tecnología completamente china en la localidad de Campana…

… [durante la saliente administración del presidente Mauricio Macri] no se avanzó en la construcción y hubo cambios en los términos acordados para ejecutarla, una decisión que provocó disgusto en China. De concretarse finalmente la construcción de la central -la cuarta en el país-, exigirá una inversión de alrededor de US$ 8.000 millones y demandará la participación como supervisora de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), cuyo flamante director, el argentino Rafael Grossi, se puso al tanto de los planes del Gobierno en su última visita a Buenos Aires…”

A la central nuclear se suman otras emblemáticas obras de infraestructura, como dos represas hidroeléctricas en el río Santa Cruz a cargo de la firma china Gezhouba, la que también podría asumir la remodelación del paso fronterizo Cristo Redentor entre Argentina y Chile. Otro proyecto que interesaría a los capitales chinos es el dragado y balizamiento de la hidrovía Paraná-Paraguay, específicamente a la empresa Shanghai Dredging Company.

En tanto, el gobierno estadounidenses no han parado advertir a Argentina sobre los riesgos de la inversión china. El capítulo más reciente fue un mensaje publicado por la cuenta de Twitter de la embajada estadounidense en ese país. El mensaje hacía referencia a un reporte que acusa a Beijing de usar la tecnología para construir un Estado autoritario que prioriza la censura y el control ciudadano.

Vía @EmbajadaEEUUarg

Mano de obra extranjera

La administración de Fernández no sólo debe atender flancos externos. Según una nota del medio Infobae, a nivel local organizaciones sindicales también han manifestado su preocupación ante la llegada de más capitales chinos, y con ello, mano de obra desde ese país:

“…Los miedos de la dirigencia gremial por las implicancias de los acuerdos con China no son caprichosos: el despegue económico del gigante asiático trajo aparejada una fuerte expansión a otros mercados del mundo, sobre todo en países de América Latina y de África, pero con el desembarco adicional de problemas que existen en el régimen, como la poca preocupación por el cuidado del medio ambiente y la casi nula protección de los derechos laborales, con sobreexplotación horaria, salarios bajos, casos de trabajo esclavo, persecución de los huelguistas e importación de mano de obra barata…

…El secretario de Relaciones Internacionales de la CGT, Gerardo Martínez, vivió su experiencia en Neuquén, Tierra del Fuego y Santa Cruz. Allí, los que mandaban eran todos de nacionalidad china. Admitió a Infobae que “a veces es otra la realidad que se da en América Latina y en África”, al aludir a las consecuencias “indeseadas” de las inversiones chinas, aunque negó que “los negociadores del sector inversor quieran traer 300 chinos y pretendan que acá sea su territorio”. Pero reconoció: “En la hidroeléctrica de Santa Cruz, la tecnología y los mandos medios son de trabajadores chinos para garantizar el funcionamiento…”